En la era digital, la política dejó de pelear por minutos en televisión para luchar por segundos en TikTok. Hoy, lo que antes eran debates acartonados en el Congreso se ha convertido en show viral donde el meme es rey y la narrativa política compite con influencers y trends.
Cuando el golpe dura más que el discurso
El ejemplo más reciente: la trifulca entre Alito Moreno y Gerardo Fernández Noroña en el Senado. Mientras los medios reportaban denuncias penales, en redes la conversación fue otra:
- “Gran pelea de peso legislativo” (Milenio)
- “¡Hay tiro!” (Reforma)
Y lo demás lo hizo internet: GIFs, stickers y TikToks con música de Rocky Balboa convirtieron el escándalo en comedia viral.
¿Quién manda en la opinión pública?
Los memes ya no son simples bromas:
✔ Amplifican mensajes políticos.
✔ Distorsionan la realidad con humor.
✔ Pueden dañar o reforzar una imagen más que un spot millonario.
Un meme puede construir un candidato “cercano” (como Nayib Bukele posando con lentes estilo gamer) o destruirlo en segundos (recuerda la avalancha de memes tras la frase “Me canso ganso”).
Política hecha TikTok
Ya no importa cuántos puntos traiga tu plan de gobierno: si no tienes coreografía, frase pegajosa o un buen filtro, no entras en la conversación. Campañas como la de Claudia Sheinbaum bailando con influencers o los videos “relajados” de Samuel García y Mariana Rodríguez son prueba de que la política se vende como entretenimiento.
¿Esto es malo o inevitable?
Para los puristas, sí: se banaliza la política. Para los estrategas, es oro: el engagement manda. Un candidato puede invertir millones en spots, pero si un usuario crea un meme creativo, le regala exposición orgánica y emocional.
Conclusión: del escaño al trend
La política ya no se discute solo en tribunas, se pelea en timelines. Hoy, un meme no solo arranca risas: arma narrativas y define percepciones.
