Pocos hechos en los últimos años, podrían ser tan productivos para la narrativa política de nuestro país, como la que ha construido Andrés Manuel López Obrador (AMLO). La historia que él contó y que convocó a millones de votantes a elegirlo es que vivíamos en un régimen donde el principal problema era la corrupción. La expresión “la mafia del poder”, aludía a funcionarios públicos y actividades ilegales o criminales. Ante el desarrollo de esta narrativa, la oposición al gobierno ha quedado pasmada y sin ideas que puedan competirle a este discurso.
El gobierno actual y especialmente el presidente AMLO, saben perfectamente la importancia de las narrativas. Más importante aún que lo que realmente cuenta es cómo se describe. Las narrativas tienen fuertes implicaciones en el comportamiento de las sociedades. El historiador Yuval Harari señala que, la construcción de mitos y creencias definió en buena medida el desarrollo de la sociedad a través de los tiempos.
López Obrador es un maestro en atraer la atención de la prensa y redes sociales, porque es capaz de fijar agenda sobre los temas a ser discutidos públicamente. Por lo anterior, no sólo están atentos a sus declaraciones en el círculo rojo, sino que despierta interés en amplios sectores de la sociedad.
La creación comunicativa por excelencia del Presidente, la conferencia de prensa matutina o mañanera, es para transmitir información fidedigna para que esta no sea tergiversada o silenciada por los medios. En contraparte, la oposición le acusa de utilizarlas como aparato de «propaganda» y arma para «atacar a sus críticos». Dado la polarización que causa entre simpatizantes y adversarios, mantiene pegados a las pantallas a unos 10 millones de espectadores todos los días. Mientras que la oposición lo califica de «espectáculo populista», el Ejecutivo replica que es un espacio de «rendición de cuentas». Sin embargo, las mañaneras cada vez más están enfocadas en adjetivaciones contra los que consideran sus adversarios y no tanto en ofrecer datos verificados y verificables.
Cabe mencionar que, el político tabasqueño, durante su sexenio, se ha encargado de dotar de nuevos significados a la gesta presidencial. Los eventos públicos del mandatario están llenos de simbolismos, para afianzar su autoridad como Jefe de Estado. AMLO, sin duda, ha atinado en la reinvención del presidencialismo mexicano a través de su comunicación política, apoyada de rituales y simbolismos, basada en la constante legitimación de su representación con sus simpatizantes.
La transformación que el presidente López Obrador propone pasa por una redefinición del lenguaje y de los mensajes. Sin duda, López Obrador es un maestro de la comunicación política quien, siempre aprovecha la oportunidad para conectar, no sólo con sus palabras y su discurso, sino con la locación y la vestimenta, elementos que maximizan la narrativa de la 4T.
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