Marcelo Ebrard le entrega el primer pasaporte NO Binario, uno sin necesidad de litigio estratégico (el litigio es “estratégico” cuando está diseñado conscientemente para promover la aclaración, el respeto, la protección y la realización de los derechos. La idea es cambiar las leyes, políticas y prácticas, y obtener remedios o reparaciones tras violaciones de derechos humanos). El pasaporte, se lo entregó al autodenominado “Magistrade” Ociel Baena, quien ha destacado su participación y fama en redes sociales por el uso de falda y tacones para hacerse notar, con el aliño de un abanico multicolor o rosa con la palabra “LOBA” (que realmente no tiene nada de malo), sin embargo, las críticas recibidas son porque usa su tiempo laboral para hacer sus videos, emplea los recintos federales (símbolos nacionales) para hacerse notar y aumentar su fama política, implementando “lenguaje inclusivo”; es aquí donde la frontera del espacio político en cita de Monserrat Herrero se vuelve “una trama lingüística en que diversos actores luchan por apoderarse de los Significados de las palabras (…) y de ahí que toda política consista de sobrecargar de contenidos ese significante”.
Lo que hace revestir sus discursos (Laje lo menciona) como marketing ideológico, es entonces, cuando el oxímoron político se hace presente, pues se hace política despolitizando, haciendo de la farándula una herramienta donde famosos construyen una identidad no solo para sí, si no para los demás, llamando la atención por dispositivos subjetivos que logran su importancia en una sociedad de espectáculo y teatralidad. Un performance progresista alimentado de farándula, como una moda que constituye identidad no solamente para sí, sino para los demás, una identidad que expresa de referentes subjetivos a interpretaciones (en algunos casos) que podrían perder su fin, dejando de lado el auténtico objetivo que persiguen, y pretendiendo una expresión efímera donde la fragmentación sin cesar de la mismidad (como condición de ser uno mismo) termina por ser una mimesis (en los criterios más vulnerables, la Imitación que hace una persona de los gestos, movimientos, manera de hablar o de actuar de otra) y viceversa (pues como ej., el tik-tokero habla de política y el político también puede ser tik-tokero), pues la función puede tratarse de “reconocer”, “captar”, “involucrar”, “mimar” , “congregar “o “apaciguar” a alguna minoría.
Al final, no se trata de criticar y dejarse llevar repitiendo el mismo discurso, sea bueno o malo, sino entender los “por qué” y los “como” se ha llegado a tales puntos, las externalidades que generan e incluso el contexto que lo rodea (qué se defiende, qué se protege) y la interpretación de los canales que se generan por aquellos protagonistas de ideas y su estructura narrativa, hasta donde es coherente, y hasta donde da lugar a pautas de acción más o menos congruentes, hasta donde llegan los parámetros de una moral capaz de distinguir basta nitidez lo bueno de lo malo y lo trascendental de lo efímero.