La nueva canción chilena, herencia del Golpe

Este 11 de septiembre se cumplen 50 años del golpe de Estado en Chile. En 1973, el gobierno socialista de Salvador Allende (el primero de la historia en ser elegido por la vía democrática) fue derrocado por las tropas del Ejército, tras el ataque al Palacio de La Moneda. Allende, se había propuesto una agenda que incluía la nacionalización de la industria del cobre, la redistribución de tierras y el control estatal de la banca. Sin embargo, un violento golpe de Estado, acabó con una de las democracias más estables de América Latina y marcó el comienzo de una dictadura despiadada de 17 años.

La mañana del golpe, antes de que la última estación de radio leal al presidente fuera silenciada, Allende pronunció un discurso que parecía despedida: “Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición”.

Allende, quien su proyecto político sólo duraría tres años, decía que «no hay revolución sin canciones». En este contexto, de acuerdo con el portal Resumen Latinoamericano, pocos movimientos socioculturales fueron tan relevantes como la Nueva Canción Chilena, que rescatando la musicalidad, la temática y la lucha de los más necesitados, se convirtió en el soundtrack del gobierno de Salvador Allende.

Francisco Prandi, investigador y sociólogo, asegura que “Esta forma de hacer canciones, de pensar la cultura, reflejaba una situación muy convulsa. Artistas como Rolando Alarcón, Patricio Manns, Víctor Jara, Inti Illimani, Quilapayún y Violeta Parra, la gran pionera del movimiento, se apropiaron de diferentes elementos de su cultura para darles un contenido social”. Sin embargo, “el momento después del golpe, comienza el canto del exilio, la música que habla de esta nueva realidad, de resistencia a la dictadura”, añade.

https://www.youtube.com/watch?v=IpbffFlTNaM

Después del golpe de Estado, los exiliados crearon y propagaron himnos de protesta que resuenan en todo el mundo hasta el día de hoy. Por ejemplo, durante ese tiempo, el grupo Quilapayún lanzó su emblemática canción “El pueblo unido, jamás será vencido”, quedando en la memoria global y en las calles de muchísimos lugares del mundo, convirtiéndose en un referente internacional de la canción de protesta.

El movimiento chileno fue, quizás, el más importante de la ola de música de izquierda de los años sesenta en América Latina. Los ecos de esta forma de hacer canciones se produjeron en mayor o menor escala en todo el continente. Por ejemplo, Atahualpa Yupanqui y Mercedes Sosa representan para la Argentina lo que Violeta Parra hizo para los chilenos. Incluso en Brasil, es posible ver la influencia en el trabajo de Chico Buarque.
https://www.youtube.com/watch?v=Gvyl_zdji2k
Estos movimientos musicales han inspirado e influido en miles de jóvenes de toda América en la valorización de la riqueza de la cultura popular, conectándolo con su preocupación por la justicia social por medio del arte.
Derechos reservados, el contenido de esta nota pertenece a iMx Noticias

Después del golpe de Estado, los exiliados crearon y propagaron himnos de protesta que resuenan en todo el mundo hasta el día de hoy. Por ejemplo, durante ese tiempo, el grupo Quilapayún lanzó su emblemática canción “El pueblo unido, jamás será vencido”, quedando en la memoria global y en las calles de muchísimos lugares del mundo, convirtiéndose en un referente internacional de la canción de protesta. 

El movimiento chileno fue, quizás, el más importante de la ola de música de izquierda de los años sesenta en América Latina. Los ecos de esta forma de hacer canciones se produjeron en mayor o menor escala en todo el continente. Por ejemplo, Atahualpa Yupanqui y Mercedes Sosa representan para la Argentina lo que Violeta Parra hizo para los chilenos. Incluso en Brasil, es posible ver la influencia en el trabajo de Chico Buarque.

Estos movimientos musicales han inspirado e influido en miles de jóvenes de toda América en la valorización de la riqueza de la cultura popular, conectándolo con su preocupación por la justicia social por medio del arte. 

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