¿Medir la opinión pública erosiona la democracia?

La opinión pública está en todas partes, y mide la percepción que existe de la ciudadanía o el electorado, sobre temas coyunturales de índole político, económico, social y cultural. En consecuencia, la opinión pública, es lo que coloquialmente se entiende como “lo que piensa la gente”, la cual se investiga por medio de encuestas.

En los regímenes democráticos el uso de encuestas y/o sondeos favorece el debate y las decisiones o acciones del gobierno en turno. El poder político necesita del apoyo de los ciudadanos, por ello es importante saber lo que piensan respecto a temas específicos. Giovanni Sartori mencionaba que “El hecho de conducir la opinión se coloca en el centro de todos los procesos de la política contemporánea”. 

Los sondeos permiten a los políticos conocer el reconocimiento y valoración de personajes públicos, así como la evaluación de políticas públicas. De tal manera que, permiten construir  indicadores para fijar una agenda política.

Edward Bernays, el teórico de la propaganda y las relaciones públicas, aseguraba que la “idea del progreso democrático es la libertad de persuadir y sugerir”. Asimismo, señalaba que “La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y las opiniones organizadas de las masas es un elemento importante en una sociedad democrática”.

En la actualidad, imperan los estudios y análisis de opinión pública. En nuestra región del continente tenemos un ejemplo claro: El Latinobarómetro. Un informe que desde hace 27 años mide el pulso político y social de América Latina. 

A mediados del presente año se dió a conocer el más reciente informe Latinobarómetro 2023, con un título bastante llamativo “La recesión democrática de América Latina”. En esta edición se detectan datos reveladores. Por ejemplo, sólo el 48% de los latinoamericanos respaldan a la democracia como forma de gobierno, es decir, menos de la mitad. Por lo tanto, el desencanto por la democracia por parte de los ciudadanos latinoamericanos va de la mano con la disminución del apoyo a esta forma de gobierno.

Los datos preocupan cuando el 17 por ciento de los encuestados en América Latina  prefieren un gobierno autoritario a uno democrático. En México, las cifras son alarmantes porque el dato anterior casi se duplica, es decir, 33 por ciento de los mexicanos prefiere o simpatiza con un régimen autoritario. Cabe mencionar que nuestro país es el que más respalda este tipo de regímenes en toda nuestro subcontinente.

El disgusto por la política cada vez más se refuerza entre los latinoamericanos, quienes mencionan que se debe a la incapacidad de sus gobernantes de poner fin a las condiciones de pobreza y desigualdad. Además, la formación de la opinión pública se ha convertido en una gran fuente de negocio para las grandes compañías que manejan información. 

Los medios de adoctrinamiento, como los medios de comunicación, propaganda o educación son los canales predilectos por donde se intenta formar la opinión pública. En el caso de los medios de comunicación, estos pueden llegar a desinformar, a través de una intensa cobertura mediática, respecto a algún tema específico para crear y distorsionar las percepciones de la población, motivándolos a ir en contra de sus intereses.

Ante una sociedad bombardeada por fake news y deep fakes, que está en medio de un contexto donde se vislumbran coyunturas con personas desinformadas en la toma de decisiones, es necesario fortalecer el elemento más importante de la democracia: los ciudadanos. Cabe recordar que democracia no consiste sólo en depositar votos en una urna, democracia es la que delibera e incluye todas las voces. 

Los estudios de opinión deberían ser parte fundamental de cualquier gobierno democratico, asegura Francisco Gándara, Director General de Sigma Dos México. Asimismo, Gándara menciona que “Si un gobierno nace de la opinión de los electores, es decir, que a través del voto expresa su opinión. Ese gobierno puede ser llamado gobierno por consentimiento que abona al sistema democrático”.