En los recientes días, el mar Mediterraneo y el océano Atlántico han sido escenario de tragedias en las que se han perdido cientos de vidas. En el primer caso, de acuerdo con el portal BBC News Mundo, el pasado 14 de junio, un barco con 700 migrantes (entre ellos, aproximadamente 100 niños), en su mayoría provenientes de Pakistán, Siria y Egipto, se hundió cerca de Grecia sin que las autoridades de ese país intervinieran. Cuatro días después, el submarino Titán, que transportaba a cinco tripulantes multimillonarios en un viaje turístico para explorar los restos del Titanic, perdió contacto con el mundo exterior, provocando una intensa búsqueda la Armada y los guardacostas de EE.UU. y Canadá.
Estos sucesos han sido cubiertos por los medios de comunicación de forma desigual. En el caso de los millonarios extraviados, día tras día se le dió seguimiento hasta confirmarse su deceso, generando eco en la sociedad en todo el mundo. En contraparte, la cobertura y análisis fue muy diferente con la tragedia del Mediterraneo, a pesar de los 81 muertos y 500 desaparecidos. Esta disparidad provoca que se observe la desigualdad y el valor de las vidas humanas, de acuerdo a su estrato económico y social.
Lo anterior, trae a colación el tema de la desigualdad económica, que es un fenómeno global que se puede encontrar en distintas aristas de nuestra vida cotidiana, de acuerdo con datos de la organización Oxfam, desde 1995, el 1% más rico ha acaparado cerca de 20 veces más riqueza global que la mitad más pobre de la humildad. La reciente tragedia en el Mediterraneo muestra que las desigualdades cobran vidas humanas, es decir, son una amenaza mortal para la inmensa mayoría de la humanidad. La concentración de la riqueza perjudica a miles de millones de personas.
Los medios de comunicación tienen un “poder mediático”, es decir, el potencial que tienen para lograr efectos intencionados o planificados, como focalizar la atención en el tema del submarino perdido. Los efectos mediáticos en los medios de comunicación son la consecuencia de lo que hacen o no.
Priyamvada Gopal, profesora de estudios poscoloniales en la Facultad de Inglés de la Universidad de Cambridge, menciona que los medios han vanagloriado las vidas de ciertos individuos, cobrando protagonismo, mientras que otras están «relegadas a los márgenes de la historia humana», refiriéndose a los migrantes muertos en el Meditierraneo. En parte menciona que, esta problemática de lo mediático en los medios, se debe, en cierta medida a como se presentan los casos. “Me interesa cómo se construyen nuestras historias y a quién elegimos tratar como individuos y quiénes simplemente se vuelven parte de una masa anónima». Asimismo, mencionó que «la prensa tiene que dar un paso atrás y preguntarse qué historias quiere contar y qué trata como si fuera de interés o no».
En conclusión, no sólo las respuestas humanitarias deben ser equitativas y justas, sino también la cobertura y atención de los medios de comunicación, es decir, no se debe privar de información relevante a la ciudadanía, dejando de abordar las injusticias de nuestro mundo. Desde los medios se debe transmitir el mensaje y comunicar que cada vida es valiosa y debe ser protegida de igual manera.