Lo que comenzó como una sesión protocolaria de la Comisión Permanente del Senado terminó en un espectáculo de confrontación física y política. Alejandro “Alito” Moreno, presidente del PRI, protagonizó un altercado con Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, que incluyó empujones y jaloneos frente a las cámaras y la transmisión en vivo del Canal del Congreso.
Lo que encendió aún más las críticas fue la agresión a un camarógrafo que documentaba la sesión, hecho que usuarios en X y redes sociales señalaron como un ataque simbólico a los ciudadanos, ya que el trabajador representa a la sociedad que observa la política y exige transparencia.
Análisis desde la comunicación política
- Construcción de narrativa partidista:
Moreno buscaba visibilizar la frustración del PRI por la negación de la palabra en el Senado. Sin embargo, la agresión física transformó un conflicto discursivo en un acto de violencia simbólica, enviando un mensaje negativo de su liderazgo y del partido frente a la ciudadanía.
- Percepción pública y legitimidad:
El episodio afecta la imagen institucional y ciudadana: el PRI se percibe como prepotente y violento, mientras Noroña se posiciona como víctima. La agresión al camarógrafo refuerza la narrativa de que la política en México puede ser hostil incluso hacia quienes solo documentan los hechos.
- Mensajes no verbales y símbolos:
La pelea ocurrió inmediatamente después de la entonación del Himno Nacional, momento que simboliza la unidad. La violencia en ese contexto y contra un testigo ciudadano transmite un mensaje de desorden, falta de respeto y debilitamiento institucional.
- Implicaciones estratégicas:
- Moreno y el PRI pierden capital político frente a la opinión pública, reforzando la narrativa de prepotencia y corrupción.
- Noroña y su equipo utilizan el incidente para reforzar su imagen de resistencia y denuncia, activando una estrategia de comunicación basada en legitimidad institucional y protección del ciudadano.