Hoy se conmemora el nacimiento de Mario Moreno Reyes, mejor conocido como Cantinflas, uno de los íconos más grandes de la Época de Oro del cine mexicano y una figura que trascendió fronteras gracias a su estilo inconfundible, su humor ingenioso y su capacidad para retratar al “pelado” mexicano con simpatía y picardía.
Nacido el 12 de agosto de 1911 en la Ciudad de México, Cantinflas inició su carrera artística en las carpas, escenarios improvisados donde desarrolló su peculiar manera de hablar que, con el tiempo, daría origen al verbo “cantinflear”, reconocido por la Real Academia Española como “hablar de forma enredada e incomprensible y sin decir nada”.
Su salto al cine llegó en los años 30, y rápidamente se convirtió en un fenómeno nacional. Durante las décadas de los 40 y 50 protagonizó cintas que hoy son parte del patrimonio cultural mexicano, como Ahí está el detalle (1940), El gendarme desconocido (1941), El siete machos(1951) y El bolero de Raquel (1957), entre otras más. Su ingenio también lo llevó a Hollywood, donde participó en La vuelta al mundo en 80 días (1956), actuación que le valió un Globo de Oro.
A lo largo de su carrera, recibió numerosos premios y reconocimientos, consolidándose como el comediante latino más importante de su época. En televisión, protagonizó la serie animada Cantinflas Show en los años 70, acercando su humor a una nueva generación.
Más allá de su legado cinematográfico, Cantinflas es recordado como un símbolo del mexicano ingenioso, humilde y solidario. Su influencia sigue viva, no solo en la cultura popular, sino también en el idioma español, donde su apellido se convirtió en verbo y su estilo, en escuela para el humor.
Hoy, a más de un siglo de su nacimiento, Cantinflas sigue siendo el eterno “mimo de México”, un artista que demostró que la risa es un idioma universal capaz de abrir puertas en cualquier rincón del planeta.
