El Vaticano ha condenado, en más de una ocasión, el culto a la Santa Muerte, pero ¿Sabías que, el nombre de esta deidad y su apariencia se desprenden de preceptos de la Iglesia Católica?
Desde el medievo, la Iglesia Católica ha instado a sus fieles a recordar su mortalidad y a llevar una vida acorde a la moral de esta institución, con el fin de tener una “muerte santa”, es decir, con tranquilidad, idea que a menudo impartían a través de imágenes de calaveras, incorporadas en el arte sacro.
Durante la colonia, el fenómeno de la muerte se continuó representando de esta forma. Por ejemplo, en las procesiones del viernes santo grandes esculturas esqueléticas, como la santa muerte de Yanhuitlán desfilaban junto con Jesús y la Virgen.
La representación de la Buena o Santa Muerte como un personaje, aunado a la fe que las culturas precolombinas ya tenían antes de la conquista, dio pie a la adoración a la muerte, cómo una deidad, durante el siglo XVII y XVlll en América.
Uno ejemplo de esto, es la veneración a San Pascualito, asociado con San Pascual Baylón o San La Muerte, ligado con la orden jesuita.
Es importante mencionar que estas imágenes, al igual que la Santa Muerte, también están influenciadas por los griegos, romanos, celtas y por las llamadas “Danzas Macabras”. De ahí las túnicas y guadañas.
Durante la primera mitad del siglo pasado los fieles católicos comenzaron a publicar textos e imágenes que buscaban promover una santa muerte, lo que reanimó la devoción a la muerte como una o un Dios. En otras palabras, el concepto de una santa muerte, se transformó, redefiniendo el adjetivo “santa”, cómo parte del sujeto.
Entre los años 50 y 60 se empezaron a producir las primeras estampas que mostraban una calavera y una oración a la Santa Muerte.
Después se volvieron a producir estatuillas y representaciones pictóricas de la parca con características físicas provenientes del arte europeo, las cuales se popularizaron en la década de los 90. En el 2001 Doña Queta construyó el primer altar dedicado a esta deidad en el barrio de Tepito.
En resumen, el culto a La Santa Muerte, es el resultado del sincretismo, es la traslación, tal vez inconsciente, de un precepto cristiano, a uno propio de la cosmovisión prehispánica.