Jarritos, el refresco que sabe a México en cada sorbo, ha vuelto a demostrar que la autenticidad no tiene fronteras. Con su inconfundible botella de vidrio y la icónica etiqueta con tres jarritos de barro, esta bebida no solo refresca, sino que representa una identidad cultural profundamente arraigada en el corazón de los mexicanos. Desde puestos de tacos hasta mercados y fondas, Jarritos ha sido el acompañante perfecto para todo tipo de platillos.
Pero el sabor de México no se queda en casa. En Estados Unidos, la marca ha pintado ciudades como Los Ángeles, Chicago, Austin y Nueva York con murales vibrantes que celebran luchadores, calaveras y gastronomía mexicana. En mayo de 2024, su alianza con Nike encendió las redes al lanzar una edición especial de tenis en los emblemáticos tonos anaranjado, verde y blanco. Y en julio de 2023, su colaboración con X-Games llevó el espíritu extremo de Jarritos a nuevas audiencias.
Ahora, el boom viene de un lugar inesperado: Corea del Sur. Desde sus cuentas oficiales de redes sociales la marca ha lanzado una serie de publicaciones y reels que mezclan el sabor mexicano con la estética coreana… y el resultado es puro oro viral.
Entre sus joyas visuales destaca una pareja coreana compartiendo un Jarritos sabor cereza mientras disfrutan de un atardecer romántico digno de cualquier K-Drama. Otra pieza viral presenta a un gato con sombrero de charro rojo, rodeado de hámsters bailarines con sombreritos de mimbre, todo en un festín visual, pero una que distingue, es con temática de día de muertos, donde aparece un esqueleto comiendo botana acompañado de un refresco y una sombrilla en forma de taco.
햇살은 딱 좋고, 기분 좋게 바람이 살랑이는 그런 날 최애 하리토스 맛 하나 pick 해서 시원한 탄산 한 모금과 함께라면,너가 있는 그곳이 바로 핫스팟! 가볍게 흐르는 음악 흔들리는 봄바람을 배경으로 너의 자유로운 순간에 하리토스 한 병 어때 #Jarritos#하리토스
La fórmula es sencilla pero poderosa: tradición mexicana + estética coreana + un toque de ternura = miles de reacciones, compartidos y comentarios en redes. Así, Jarritos no solo refresca, sino que crea puentes culturales inesperados que conquistan corazones (y paladares) a miles de kilómetros de distancia.