El stop-motion, una técnica de animación que consiste en fotografiar objetos cuadro por cuadro para simular movimiento, ha dado vida a algunas de las películas más memorables y artísticamente valiosas del cine. Aunque laborioso y meticuloso, este método ha sido clave para contar historias únicas que no solo han conquistado al público, sino también a la crítica y a los premios más importantes de la industria.
Una de las más destacadas es «Coraline» (2009), dirigida por Henry Selick y producida por LAIKA. Basada en la novela de Neil Gaiman, la cinta combina un universo oscuro con una narrativa profunda, y fue nominada al Oscar a Mejor Película Animada. A pesar de no ganar, su impacto fue tal que recaudó más de 124 millones de dólares a nivel mundial, convirtiéndose en un clásico moderno.
«El extraño mundo de Jack» (1993), también dirigida por Selick y producida por Tim Burton, es una de las películas más icónicas del género. Aunque no fue nominada al Oscar en su año, con el tiempo se convirtió en una película de culto, con un éxito de taquilla que ha perdurado gracias a sus múltiples reestrenos y productos derivados. Su estética gótica y musicalidad la convirtieron en una obra maestra atemporal.
En años recientes, «Kubo y la búsqueda del samurái» (2016), otra producción de LAIKA, fue aclamada por su narrativa emocional y técnica impecable. La película obtuvo dos nominaciones al Oscar (Mejor Película Animada y Mejores Efectos Visuales) y ganó el BAFTA a Mejor Película Animada. Aunque su taquilla fue discreta (77 millones de dólares), su valor artístico fue ampliamente reconocido.
Una mención obligada es «Isla de perros» (2018) del director Wes Anderson, cuya estética única y guión satírico la llevaron a ganar el Oso de Plata en Berlín y obtener dos nominaciones al Oscar. Su estilo y sofisticación narrativa la consolidaron como una obra innovadora dentro del género.
Finalmente, «Pollitos en fuga» (2000) de Aardman Animations, no solo fue un éxito de crítica, sino también un triunfo comercial, al recaudar más de 225 millones de dólares, siendo la película de stop-motion más taquillera de la historia. Su mezcla de humor británico y mensaje social la convirtieron en una favorita del público.
En conjunto, estas películas han demostrado que el stop-motion no es solo una técnica nostálgica, sino una forma de arte en constante evolución, capaz de contar historias profundas y visualmente impactantes. Con premios, elogios y taquillas millonarias, el cine cuadro por cuadro sigue más vivo que nunca.