Un día como hoy, 29 de julio, pero de 1983, falleció en la Ciudad de México uno de los cineastas más influyentes y provocadores del siglo XX: Luis Buñuel. Español de nacimiento, mexicano por elección y universal por su arte, Buñuel dejó una huella imborrable en la historia del cine con una obra que desafiaba los convencionalismos, incomodaba a las élites y abría nuevas puertas a la imaginación y la crítica social.
Buñuel nació en Calanda, España, en 1900, y se inició en el cine de la mano del movimiento surrealista, junto a figuras como Salvador Dalí. Su cortometraje Un perro andaluz (1929) y su largometraje La edad de oro(1930) fueron escandalosos en su época, con imágenes oníricas y provocativas que rompían con las narrativas tradicionales.
Tras la Guerra Civil Española y un exilio forzado, Buñuel encontró refugio creativo en México, donde filmó algunas de sus obras más importantes. Una de ellas,Los olvidados (1950), se convirtió en un parteaguas no solo en su carrera, sino en el cine mexicano e internacional.
Los olvidados retrata con crudeza y realismo la vida de niños marginados en los barrios pobres de la Ciudad de México. Lejos del cine romántico de la época, Buñuel mostró una realidad dura, violenta y sin redención. La película causó un fuerte revuelo: fue acusada de «dañar la imagen del país«, censurada por algunos sectores y atacada por personalidades como Jorge Negrete, entonces secretario general de la ANDA (Asociación Nacional de Actores), quien buscó frenar su distribución por considerar que presentaba una visión negativa de México ante el mundo.
Sin embargo, Los olvidadosfue defendida por intelectuales y críticos, y terminó por imponerse como una obra maestra. Ganó el premio a Mejor Director en el Festival de Cine de Cannes en 1951 y fue reconocida años después por la UNESCO como «Memoria del Mundo», un testimonio valioso de la condición humana y de las heridas sociales de su tiempo.
https://youtu.be/oY9YJu1ci8Q?si=ArTDC98j4wcWkhrs
Luis Buñuel continuó su carrera en Francia con filmes como El ángel exterminador, Belle de jour y El discreto encanto de la burguesía, ganando incluso el Oscar a la mejor película extranjera. A lo largo de su obra, nunca abandonó su espíritu crítico, su ironía ni su fascinación por lo irracional.
Hoy, a más de cuatro décadas de su partida, recordamos a Buñuel no sólo como un director visionario, sino como un artista que desafió las reglas, incomodó al poder y nos obligó a mirar donde nadie quería. Su cine sigue tan vigente, inquietante y necesario como siempre.