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9 años, la verdad histórica cambia de narrativa

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Se acercaba el ocaso del 24 de octubre del 2014, la marcha convocada días anteriores, “Una luz por Ayotzinapa” hacía que los marchantes caminaran hacia Reforma. Esa calle tan transitada no era la misma; estaba repleta de un aire de soledad, el Paseo de la Emperatriz que todos conocían no era el mismo. 

El clima que se respiraba era de indignación y exigencia de justicia, ese encuentro que de acuerdo con los comunicadores era de 50,000 voces se esperaba con esmero y no se dejaba olvidar. Todos sabían que esto culminaría con el zócalo repleto de gente rugiendo repudio desde sus meras entrañas, con fuerza y rebeldía; aquel desprecio que siente hacia su propio gobierno.

Hace 9 años, así era como se expresaba el enojo y descontento de la ciudadanía contra el gobierno de Enrique Peña Nieto ante el deplorable hecho contra los normalistas de Ayotzinapa. A casi una década del suceso y con la llegada de gobiernos morenistas la narrativa se ha modificado.

2014: La versión del gobierno de Peña Nieto y el descontento de la población.

En el sexenio peñista, se relataba que los 43 estudiantes de la escuela para maestros de Ayotzinapa, fueron detenidos el 26 de septiembre de 2014, por policías corruptos de Iguala Guerrero y entregados al Cártel Guerreros Unidos, así fue como estos los asesinaron e incineraron en el basurero de Cocula y tiró los restos en el río de San Juan. Este relato conocido como: la “verdad histórica”, fue cuestionado por los familiares y por una investigación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y su Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) que señaló que los cuerpos no pudieron ser quemados en ese lugar. Fue así como las diversas protestas en aquel momento efervescente, crecieron hasta su máxima expresión de molestia contra el gobierno en turno.  

Al mismo tiempo, los contingentes de diferentes universidades, se daban cita al encuentro en el Ángel de la Independencia, para expresar su descontento por las injusticias y asesinatos que se viven día a día a lo largo del país. No sólo acudían jóvenes, también, se encontraban presentes los padres y madres de aquellos desaparecidos. En orden consecutivo se presentaban las personas de la normal superior “Raúl Isidro Burgos”, siendo los amigos, compañeros o hasta hermanos de los ausentes. 

Avanzaban con ruidos, gritos, exigencias y porras; en sus rostros se observaba la inconformidad, la tristeza que les inundaba por dentro, exclamaban desde su mero núcleo y con sus ojos demostraban ese descontento, esa incertidumbre que padecían. ¿Habrían de regresar esos 43? Pronto la glorieta de La Palma en conjunto con las luces de Reforma se tornaba degradada en colores rojizos y violetas que transformaban a esa palma en la reina; los colores marcaban una combinación perfecta con la gran capa negra de la noche que la cubría. 

2020 la narrativa de un nuevo gobierno

En ese año, el presidente Andrés Manuel López Obrador, hizo un llamado a continuar con la búsqueda, las detenciones y obtener información de los hechos del 26 de septiembre en Iguala Guerrero. Es así, como reúne a los familiares de los jóvenes desaparecidos en donde ellos le exigen al presidente verdad y justicia. AMLO se comprometió  con los familiares de las víctimas a no acelerar el cierre del caso y mencionó:  

“Quiero reafirmar el compromiso de seguir en este propósito de esclarecer los hechos, que se conozca la verdad, la auténtica verdad. Ese es el compromiso. Y desde luego, que sepamos el paradero de los jóvenes y al mismo tiempo que se castigue a los responsables. En pocas palabras que haya justicia, reparación de daño. Sinceramente les digo que lo vamos a lograr, que no debemos perder la esperanza”, expresó.

De acuerdo con Proceso, la versión, que aún no ha sido corroborada por la Unidad Especial de Investigación y Litigación del Caso Ayotzinapa, es la de un presunto integrante de Guerreros Unidos, quien dijo que la noche del 26 de septiembre de 2014, integrantes de un grupo rival al suyo se habrían infiltrado entre los estudiantes; que la detención la operaron militares, policías municipales, estatales y federales; que los jóvenes fueron asesinados, “destazados” e incinerados en el crematorio de una funeraria; que los restos fueron esparcidos cerca de Iguala y Taxco y que quien coordinó el operativo había sido asesinado en 2018.

El enojo seguía creciendo y la gente seguía marchando al compás de una cuenta que parecía interminable desde el 1 hasta el 43; la gente a todo pulmón comenzaba el conteo mientras unos cuantos alzaban en sus manos aquellas imágenes de titanes que lo único que buscaban era expresar como activistas una luz de perseverancia.

La oscuridad acariciaba con sigilo, soplaba un aliento helado para aquellas gargantas sensibles y esas llamas de esperanza complementaban a la perfección a la multitud ensordecedora que transmitía una imagen similar a la de la Santa Inquisición en siglos pasados. “¿Por qué, por qué nos asesinan si somos la esperanza de América Latina?”, fulminaba la frase hasta el espectador que, estando en la mitad de reforma sobre pequeñas montañas de concreto, contemplaba el andar con orgullo, ilusión y atención. Los reporteros con las cámaras tirando aquellos destellos que disparaban al momento de encontrar algo llamativo a la vista. 

Se encuentran en la Glorieta de Cuauhtémoc cruzando con Insurgentes; la noche se hace cada vez más helada para los cuerpos cuando de repente se escucha un murmullo entre la gente: “Cuando lleguemos al semáforo nos callamos, marcha silenciosa. 

Pasa la voz”. En esos momentos esa multitud enardecida de enojo, coraje y tristeza por la situación que se vive, entró a un nivel más allá de la réplica con insultos y simplemente levantó su mano izquierda en señal de “victoria, venceremos” recordando aquel hecho social del 68 “La matanza de los estudiantes en Tlatelolco” que cambió la historia de México, mientras que en la mano derecha sostenían esas velas que logran armonizar la noche. 

Comenzaban a marchar marcando cada paso, no eran pasos de militares ni mucho menos granaderos eran pasos del pueblo unido en un solo objetivo; esos eran pasos que al escucharse estremecieron a una nación completa.

A 9 años de aquel suceso la narrativa que ofrece el gobierno actual  a los padres de los normalistas sigue dejando mucho que desear a los afectados. De acuerdo con el Universal,  en el encuentro se dio lectura a una carta suscrita por el presidente López Obrador en la que se da respuesta formal a las solicitudes hechas por los familiares y se establece la entrega de un informe solicitado al general secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, “y se reitera el compromiso de continuar con la búsqueda de otros escritos”. Durante la reunión también se planteó la entrega de los cinco discos que contienen todas las grabaciones proporcionadas por el gobierno de Estados Unidos vinculadas directa e indirectamente con el caso de los jóvenes.

La reciente información presentada esta tarde por el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, “reduce totalmente la responsabilidad al crimen organizado y a un aspecto meramente local, dejando fuera a las autoridades, incluido el Ejército”. Declarando así los abogados de las familias que la nueva narrativa construida por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador sobre esos crímenes “está más cercana a la verdad histórica” que a la realidad.

Sin duda este suceso, será un elemento que pesará a los gobiernos próximos, y mientras seguiremos esperando acercarnos más a la realidad y no a una “verdad histórica”.

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