En México y otras partes del mundo existe un día en el que se celebra la vida a través de la muerte, se le denomina “Día de muertos”, que se lleva a cabo el día 1 y 2 de Noviembre, en los cuáles se logran percibir colores, olores y sabores distintivos a la fecha; además de diferentes tradiciones que han perdurado a los largo de muchos años. Un ejemplo de ello es la ofrenda. ¿Sabes el significado de casa uno de estos elementos?
Este día representa para la sociedad, el reencuentro espiritual con seres queridos que han dejado este plano terrenal, un concepto que se ha transformado y adaptado a los diferentes contextos culturales que ha sufrido nuestro país.
Tiene origen en las culturas precolombinas, hace más de 500 años, ya que en las mismas el culto a la muerte era un elemento básico. Las personas difuntas se envolvían en un petate y sus familiares se encargaban de organizar una celebración con el propósito de guiarlo hasta el Mictlán, una especie de inframundo de la mitología prehispánica.
Luego, estas costumbres y tradiciones sufrieron un cambio radical, debido a la llegada de los españoles al continente americano, específicamente por la conquista a Tenochtitlán en 1521, logrando una fusión con la ideología española de esta celebración pero ahora con tintes católicos, y adecuando todo a su calendario religioso; este mismo dicta que el 1 de Noviembre es el día de todos los santos, dedicado a los “muertos chiquitos” o niños, y el día 2 a los fieles difuntos, los adultos.
Ahora bien, no existe algo más característico durante esta celebración que la ofrenda, un altar dedicado a estos difuntos, pues la creencia se basa en que, durante estos días, sus almas vuelven al plano terrenal para visitar a su familia o amigos. En consecuencia, la ofrenda contiene elementos que contienen un mensaje más profundo y por ende un significado específico.
El agua:
La pureza del alma, la fuente de la vida; este elemento se coloca pues los difuntos tendrán sed tras su largo recorrido hacia el plano terrenal.
La sal:
Es un elemento de purificación , para que el cuerpo no se corrompa y pueda resistir el viaje de ida y vuelta cada año.
Velas y veladoras:
Significa luz, fe o esperanza; la flama es para que, durante los trayectos largos se logre identificar el antiguo lugar de proveniencia. Además, funciona para que el alma ilumine su camino de regreso.
Copal o incienso:
Sublima la oración o alabanza, fragancia de reverencia; se utiliza para limpiar el lugar de malos espíritus y así no exista ningún peligro.
Las flores:
Principalmente se usa la flor amarilla del cempasúchil (Zempoalxóchitl), representativa por sus colores y aromas. Adornan el altar dedicado a las diferentes almas, además, en algunas partes del país, los pétalos se usan para crear el camino que ayudará a los muertos a llegar hasta el altar. En el caso de los niños se colocan flores blancas, que simbolizan su pureza.
El petate:
Un sinónimo de cama o mesa, sirve para que las almas descansen y pueden usarlo de mantel para poder consumir los alimentos de la ofrenda.
El izcluinte:
Originalmente es un juguete en forma de perrito, para que los niños se sientan contentos y alegres de llegar al altar. Esto actualmente se puede resignificar colocando un juguete con el mismo objetivo.
El pan:
Según la iglesia, significa el cuerpo de cristo, actualmente es de los elementos más preciados del altar.
El retrato:
Denota a la persona para la que va dedicada el altar. Cabe aclarar que pueden ser más de una.
Bebidas y alimentos:
Principalmente se colocan los alimentos y bebidas que más le gustaba en vida a las almas que están plasmadas en la ofrenda, para que puedan degustarlo en cuanto lleguen al altar.
Las calaveras de azúcar:
Alusión a la muerte, o en su defecto, a la santísima trinidad.
Licor:
Para que el difunto recuerde los gratos momentos que pasó en vida y decida visitarnos.
La ofrenda puede adornarse con los elementos que mejor se adecuen a su ideología, además, esta es un especie de escenario para que nuestras ánimas puedan convivir con nosotros, en las que, incluso, se puede colocar ropa limpia para que las almas cambien su ‘outfit’.
Una tradición precolombina, ahora mexicana, que ha sufrido cambios, pero, cuyo mensaje original sigue intacto: recordar que parte de la vida es la muerte y que esta no es el final del camino, ya que más allá se encuentra un lugar en el cuál todos vamos a convivir como lo hacíamos en vida.
Cuéntanos ¿Tu realizas este altar?