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Escuelas de todo México prohíben comida chatarra: ¿Cómo se está viviendo la implementación de la medida de la SEP y Claudia Sheinbaum?

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Desde el inicio del ciclo escolar, la Secretaría de Educación Pública (SEP) implementó una medida que prohíbe la venta de comida chatarra en las escuelas de todo el país. Esta iniciativa, impulsada por el gobierno de Claudia Sheinbaum, busca mejorar la alimentación de niños, niñas y adolescentes, reduciendo el consumo de productos ultraprocesados. Sin embargo, la respuesta de la comunidad estudiantil ha sido mixta, pues aunque dentro de los planteles ya no se encuentran estos productos, fuera de las escuelas la oferta de comida chatarra sigue vigente y sin regulación.

Reacciones de las y los jóvenes

Entre los estudiantes, la medida ha generado diversas opiniones. Mientras algunos reconocen la importancia de fomentar una alimentación saludable, otros sienten que la restricción no soluciona del todo el problema, ya que los puestos ambulantes continúan ofreciendo frituras, refrescos y dulces justo en la salida de las escuelas. «Adentro no nos venden papas ni refrescos, pero solo caminamos unos metros y las conseguimos afuera», comenta Diego, estudiante de secundaria en la Ciudad de México (El Universal, 2024).

Para muchos jóvenes, la comida chatarra es parte de su día a día, no solo por gusto, sino por accesibilidad y precio. «El lunch saludable que venden en la cooperativa es más caro y a veces no sabe tan bien», señala Fernanda, alumna de bachillerato (Milenio, 2024). Además, algunos alumnos mencionan que la prohibición no ha ido acompañada de una educación nutricional efectiva, lo que les deja sin muchas opciones claras sobre qué alimentos consumir.

La regulación externa, un reto pendiente

Uno de los principales desafíos de esta medida es su alcance fuera de los planteles educativos. Vendedores ambulantes continúan operando sin restricciones, lo que pone en duda la efectividad de la política. «Nosotros no podemos obligar a los niños a que no compren aquí», explica Juan, quien vende botanas y refrescos cerca de una secundaria en Monterrey (Reforma, 2024).

Algunas voces dentro del sector educativo y de salud sugieren que la prohibición dentro de las escuelas debe complementarse con estrategias más amplias, como regulaciones en la publicidad de comida chatarra dirigida a menores, incentivos para ofrecer opciones saludables a precios accesibles y programas de concientización nutricional en las escuelas (OMS, 2023).

El papel de la comunicación en la aceptación de la medida

Un factor clave en la recepción de esta política ha sido la forma en que se comunica. Algunos estudiantes y padres de familia afirman que no recibieron suficiente información sobre la medida y sus beneficios. «Nos enteramos hasta que llegamos a la escuela y ya no había lo de siempre en la cooperativa», comenta Laura, madre de un alumno de primaria (Excélsior, 2024).

Expertos en comunicación y educación señalan que para que una política de este tipo funcione, es fundamental generar una campaña de sensibilización que involucre a estudiantes, docentes y familias. «No basta con prohibir, hay que educar y motivar a los jóvenes a hacer elecciones más saludables», indica la nutrióloga Andrea López (UNAM, 2024).

Conclusión

La prohibición de comida chatarra en las escuelas representa un paso importante en la lucha contra la obesidad infantil en México, pero su implementación enfrenta retos importantes. La persistencia de la oferta de estos productos fuera de los planteles y la falta de estrategias de comunicación y educación nutricional limitan el impacto de la medida. Para lograr un cambio real en los hábitos alimenticios de los jóvenes, será necesario combinar regulaciones con iniciativas de concientización y accesibilidad a opciones saludables.

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